lunes, 12 de agosto de 2013

¡HOY ME PONGO A DIETA!

Son las 7 de la mañana y salto de la cama. No sé la razón pero hoy estoy eufórica. ¡Hoy, me pongo a dieta! 

He decidido que dejo los carbohidratos y las grasas. Desde hoy se han convertido en mis enemigos. Sólo voy a comer todas esas cosas verdes, qué todavía no sé lo qué son, pero anuncian modelos y desde hace poco tiempo todo el mundo cuelga en facebook. 

Quiero ponerme ese top ajustado para ir al gimnasio y no quiero estar todo el día quejándome de esos kilos. Estoy decidida,¡hoy me pongo a dieta!

Voy a la cocina, busco mis cereales integrales, pero ¡Oh no! Me olvidé de comprarlos. ¡Qué cabeza la mía!¿Y ahora qué hago? Rebusco y encuentro unos grofes de chocolate que tenía sólo para el día de la semana que está supuestamente permitido comer todo lo qué uno quiera. 

Bueno, me autoconvenzo y digo, ¡total, el desayuno es muy importante, tengo que alimentarme! Mi dieta no se arruinará por eso. 

Comienzo mi jornada laboral y me repito a cada minuto. Bebe agua, no pienses en comida. La comida es mala. La comida te hace engordar. ¡NOOOO!!Sé fuerte. Siento a mis compañeros masticar, huelo la comida y es qué en estas pocas horas mi olfato se ha agudizado de una manera impresionante.  

A la 13:00 mi jefa nos anuncia que hoy tenemos visita y que la empresa ha decidido invitarnos a comer en un italiano. ¿Un italiano?¿Alguién puede pensar que en un italiano se podría hacer una dieta? Mi compañera de trabajo me insinúa que puedo comer ensalada y yo la miro con ojos fulminantes respondiéndole: ¿tengo yo cara de qué me gusten sólo las ensaladas?

Mi mal humor ha desaparecido, como una pasta con camarones, pesto, tomate. Le digo al cocinero que no se quede corto con la nata y las especias. ¡Es qué el sabor no es el mismo!

A las 16:00 las secretaria nos avisa que estemos preparados para cantar el cumpleaños a mi manager. Nos ha traido tres tipos de tarta diferentes. 
¡Yo así no puedo!No puedo negarme. Tengo que dirigirme hasta la cocina junto a todos mis compañeros. Aunque al principio me quedo en el pasillo porque somos muchos, al final alguién me llama ¿Rocío, porqué no cortas una de las tartas?Necesitamos ayuda....

Bueno, si necesitan mi ayuda, yo no me voy a negar. Cortando la tarta, me viene el olor a chocolate, a coco. ¡Dios! También ha comprado mi tarta favorita de zanahoria. 
Mira, yo ya no puedo más. Es mi tarta favorita. Es una señal de arriba para decirme que me deje de tonterías y que coja un pedazo. ¡Total, es de zanahoria! ¿Eso es sano no?



Después de probar la tarta de zanahoria, y la de chocolate y un pedazo pequeño que sobraba del pastel de coco, repito una y otra vez a mis compañeros que lo de hoy, era por necesidad, no por gula. 

Después del trabajo, voy al gimnasio. Tengo que quemar esas calorías como sea. Voy a quemar todo lo que me he comido hoy para no sentirme mal. Pero cuando me dirijo a mi clase de zumba. Hoy la profesora no está, se ha suspendido la actividad.
Miro dudando hacia la sala de máquinas pero me parece demasiado aburrido. Reviso los horarios y ya es muy tarde para esperar a la siguiente clase. Entonces con mi toalla no sudada y mi botella de agua llena me dirijo hacia mi casa. 

Eso sí. Vuelvo a casa en bicicleta muy deprisa, pensando qué así puedo quemar los gofres, la pasta, la tarta...Sé me olvidó mencionar que del gimnasio a mi casa hay 1, 5 km. Pero la intención es lo qué cuenta. 

Llegó a casa y mi compañero está horneando unas sabrosas pizzas en nuestro mini-horno. 
¿Rocí, te apetece compartir una?A mi qué no me gusta tirar nada a la basura, cojo uno de los pedazos que todavía está caliente y le digo a mi compañero: ¡MAÑANA, ME PONGO A DIETA! 



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